CENTENARIO DE COPETONAS......



Copetonas es mi pueblo, mi lugar en el mundo, allí donde mi madre me trajo al mundo, allí donde pasé la mayor parte de mi vida, mi infancia, feliz por cierto, y si digo feliz, no es porque de niño tuviera muchas licencias o muchos juguetes o mis padres muchas posibilidades de ofrecérmelos, no. Mi infancia fue una infancia feliz porque se desarrolló en un clima familiar fantástico, al punto de atreverme a llamarlo único. Crecimos con mi hermano Manuel  en casa de mis abuelos maternos, no sabían ni leer ni escribir ninguno de los dos, pero eran  egresados con las mejores notas de la facultad de la vida, especialistas en educar y transmitir valores, con palabras sencillas y llenas de sabiduría, la casa,  un  ranchito de adobe famoso por los grandes bailongos de 2 o 3 días de duración.
 
De niño tuve muchos amigos que la vida me ha permitido conservar a través del tiempo, dispersos, pero siempre presentes en mi ánimo y, por supuesto, en mi corazón. Juntos fuimos atravesando la infancia y juntos nos sorprendió la adolescencia y el crecimiento de las alas. Un buen o mal día esas alas levantaron vuelo y a casi todos nos ganó el exilio, el exilio natural de un tiempo que ya nunca más regresa y cuyas coordenadas están escritas y bien definidas en el libro del destino. Flotando en el incontaminado aire de Copetonas se quedaron nuestros despertares a la vida, a los sueños, la fantasía, la imaginación y naturalmente las esperanzas. Nos fuimos, unos antes, otros después, con la promesa de volver algún día al encuentro de las emociones y a descolgar de ese incontaminado aire de nuestra infancia y adolescencia, los recuerdos más urgentes de recuperar.

-¿Te acordás “pelo” de aquella vez que…?  ¿Y vos “tomate”, de aquella otra que...? Y Carlitos, Gustavo, el “Boye”, Julio, Pelusa, el Chile, Quito, “El Tito”, ché ¿como lo perdimos tan joven? Etc.

El reencuentro con lo que uno ama es un privilegio que nos da la vida a los que la vivimos en una relación estrecha con el amor.
 El festejo de los 100 años de Copetonas, va tener que ver mucho con cosas del corazón. La noticia de los festejos cundió generosa y estoy seguro que todos los que por distintas circunstancias debimos emigrar de nuestro pueblo nos entusiasmamos con la posibilidad de acudir a la cita. 6, 7 y 8 de Octubre fueron los días señalados y de los cuatro puntos cardinales llegaran Copetonenses. El aire incontaminado  de nuestro pueblo entonces se contaminará de lágrimas emocionadas, en el abrazo prometido y durante tanto tiempo esperado.
Será ocasión para que Copetonas gracias al esfuerzo de la Comisión organizadora, autoridades y residentes, se vista de fiesta, será  tiempo de cantar y bailar y de abrazos cargados de afectos renovados.
Todos nos sumaremos al recuerdo de aquéllos que ya no están, a quienes la vida se los llevó por delante y nos dejaron esperando en el andén.
 
 Para mí, esto que acabo de narrar ha de ser el menú principal del centenario de Copetonas. Lo demás, y me refiero a los distintos actos y comidas y desfiles y el inmenso esfuerzo de la comisión encargada de la organización, mas vecinos y autoridades, conforman los detalles de ese momento maravilloso único e irrepetible que viviremos los Copetonenses este fin de semana.  


                                                                  

                                                                               Jorge O. Gonzalez














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